Unos no podían controlar su alegría; otros estaban deseando huir. A alguno le hicieron el ‘vacío’, y otro no se quitó el sombrero ni delante de los Reyes. La ceremonia de entrega del Premio Cervantes ha estado plagada de anécdotas, extravagancias y alguna salida de tono de los premiados, aunque nunca ha llegado la sangre al río. Por lo menos hasta hoy, día en que llega todo un indomable a la Universidad. He aquí una antología de curiosidades de las que ha sido testigo el Diario a lo largo de los últimos diecisiete Cervantes.
El Cervantes a Miguel Delibes, en 1993, fue el último Cervantes incontestable. Prueba de ello fue la nutrida presencia de premiados anteriores, además de una nómina de escritores que jamás ha vuelto a repetirse. Entre ellos estaba la salmantina Carmen Martín Gaite, que tocada con su inconfundible boina negra se levantó en mitad de la ceremonia y ante los Reyes gritó un vibrante “¡Viva Miguel Delibes!” que aún resuena entre los ecos fantasmas del Paraninfo.
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