Carmen Martín Gaite sirve de puente entre el Novelty y el Gijón porque fue clienta de ambos. En sus años universitarios, frecuentó el café salmantino y no dejaba de ir por allí siempre que regresaba a su ciudad, una vez que se hubo instalado en Madrid. En la capital, se convirtió en asidua al Gijón, donde conoció a los Aldecoa, Benet, Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio, con quien se casaría más tarde. Ese local, ubicado en el paseo de Recoletos, abrió sus puertas en 1888 y entre sus primeros clientes fijos había políticos, científicos y escritores: Ramón y Cajal, Canalejas, Pérez Galdós, Marañón, Gómez de la Serna... Su fama de café literario se acrecienta tras la Guerra Civil y el local se convierte en un lugar donde brilla la inteligencia. En sus tertulias participan Pío Baroja y un joven Camilo José Cela que lo usará como escenario de su mejor novela, 'La colmena'.
Hoy el Gijón mantiene actividades que recuerdan lo que fue. Tertulias en las que intervienen célebres escritores cuando están por Madrid. Ahora, los únicos que acuden son los turistas, que hasta su muerte, hace poco más de tres años, contemplaban con admiración a Alfonso, «cerillero y anarquista», una de las pocas personas a quien se ha dedicado una placa en homenaje, escrita en pasado cuando aún vivía. Alfonso era un anacronismo en un lugar, un café literario, que en todo el mundo es un anacronismo en sí. Los artistas ya se han ido.
Ideal.es
Sobre la poética del café recomiendo el ensayo de Antoni Martí Monterde, La poética del café, Barcelona, Anagrama, 2007.
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