En una escena de Mi tío, la película de Jacques Tati, monsieur Hulot tropieza con un ladrillo al atravesar un solar olvidado. Le vemos detenerse, tomar el ladrillo y volver a colocarlo en su sitio, antes de alejarse. En las últimas páginas de El cuento de nunca acabar, Carmen Martín Gaite nos cuenta una tarde de paseo con su hija, que es aún una niña. Pasean cerca del agua y la niña ve un sapo sobre una piedra. Y se queda inusualmente silenciosa. Ya en casa, y cuando ambas están acostadas, la niña despierta a la madre para decirle: "Qué raro lo del sapito, ¿verdad? ¡Cómo nos miraba!"
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