Las narraciones de otro nunca se deben tomar sino como narración, en ese plano, nunca como datos “reales” de su persona para lo cual está la propia penetración. Así no vendrán las decepciones ni los mitos. Y en cambio se fomentara el placer de lo irreal, del invento compartido. Y además no sé porque lo llamo irreal, simplemente es otro plano, incide en el otro esa creación conjunta “yo sé que lo que me cuentas pertenece a otro terreno. No podemos partir de él para orientarnos mañana. Separemos desde ahora lo uno de lo otro, y así, incontaminado, podremos volver aquí de vez en cuando”.
(Del cuadernito Mano, 1965.)
Leer el artículo completo en EL CULTURAL 5.12.2001
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