I.
Revista

lunes, 15 de febrero de 2010

Clase, régimen y género en Carmen Martín Gaite

Carmen Martín Gaite muestra el mundo de los años 50 del siglo pasado por medio de una obra literaria de indudable valor, Entre visillos, novela que asiste durante cuatro meses a la vida en una ciudad provinciana española. Carmen Martín Gaite ha recortado lo que caracteriza la vida en esa urbe. En el paisaje literario de estética realista en contacto con el objetivismo, llama la atención el foco que ha puesto sobre la contradicción hombre mujer bajo la dictadura de raíz, tronco y ramaje católicos, tema dominante, que leemos en la articulación de diálogos y atmósfera, en el lenguaje tan ilustrador del momento, sostenido todo con la documentación manejada y la composición simbólica de la ficción.

La ciudad, cuyo nombre no se nos da aunque sí algunos datos precisos, nos induce a pensar en cualquier ciudad cuya piel de cuerpo muerto mueven los gusanos que han devorado la carne de la que salieron. La burguesía de la ciudad, endogámica, se ha comido la vida y se come así misma. La novela es como una escopeta cargada de términos que impactan en el tema: arrepentimiento, sospecha, conveniencia, interés, diferencia, representación, matrimonio, noviazgo, novios, novia, boda, clase, arreglarse, suegra, suegro, cocina, ropa, ajuar, parejas, cursi, conquista, baile, preciosa, comerte, de miedo, chicas, raras, mentirosilla, rabiosilla, apretado, confidencias, saldo, estrecha, beso, mujer, testaruda, cocina, aburrimiento, prejuicios, disimulo, apariencia, vulgaridad, histérica, imbécil, sollozos, remordimiento, rígida, altiva, necia, grosería, solemne, decente, chismorreo, angustia, dinero, seguridad, posición, compromiso, pedida, solteras, casada, casa, hijos, Ley de Dios, …visto desde la torre de la Catedral, de cuya presencia se nos advierte puntualmente.

Carmen Marín Gaite trabaja con esas palabras y otras como esas, que ocupan la conciencia de sus personajes, palabras con las que se expresan, y las dispone de manera que el lector se ve afectado por el filo cortante de la década de los 50 de la España del siglo XX, y en ella busca con mirada objetiva, desprovista de reflexiones y valoraciones, siguiendo como una cámara la acción en los capítulos impares y también en el 10, y cediendo en el resto para ponernos en los ojos a un personaje que de paso por la ciudad, conociendo el estado general de la vida de los habitantes de la clase media, decide marcharse de allí.

Efectivamente, es una novela sobre la clase media, no se ve a nadie más porque sus personajes no ven a nadie. El individualismo de la burguesía, su egocentrismo, la aparta del resto de la población, viven entre ellos, con ellos y para ellos, se buscan las unas a los otros y viceversa, con el único fin de cubrir los ritos sociales y buscar cobijo a la vista de quienes son como ellos. No tienen futuro fuera de aquel cuerpo podrido, y cuando alguien de fuera se aproxima lo examinan con la lupa de sus prejuicios, para en caso de creerlo aprovechable procurar su absorción inmediata; pero en el caso de Pablo, el profesor que viene de fuera, todos sus intentos serán fallidos: él es el observador, y sus conclusiones finales nos las muestra Carmen Martín Gaite en las primeras líneas: Pablo llega a la ciudad y se dirige al Instituto que le ha llamado para impartir clase. Entra en el edificio buscando al director y en la institución tan sólo encuentra una señora que arrodillada friega el suelo -primer y prácticamente el único ejemplo de quienes trabajan en una ciudad así, de quienes están más sometidas, nos muestra a la mujer trabajadora de rodillas y de espaldas- en la institución no hay interlocutor, el director, que debía estar esperándole se ha ido, el edificio es un cascarón vacío, no hay con quien resolver lo inmediato ni el mañana; y el otro asunto que afecta a lo inmediato y al futuro: había creído entender que encontraría allí mismo la residencia para los profesores y podría disponer de una habitación en la que descansar, y eso tampoco existe. La autora nos está advirtiendo que cualquier persona llegada de fuera, con algún conocimiento sobre el mundo, con inquietud y capacidad para observar, comparar y tomar decisiones, aquí no puede vivir, lo único que puede hacer es marcharse.

Natalia, la otra protagonista, la chica que ansía salir de allí aun sin saber a dónde y a qué, que tiene un conflicto en su mundo interior y todavía no identifica sus aspiraciones pero las presiente, se fija en Pablo al percibir en sus palabras el aliento que la empuja a no continuar el camino de las demás chicas, está decidida a formarse, a estudiar, a buscar aquello que la ofrezca un futuro de no dependencia, un futuro en el que se realice como persona, y poco a poco va identificando de donde le viene el desasosiego: Huye de la vida de machismo que impregna todos los momentos del día, de las mujeres que se ofrecen aniñándose, que impostan la voz y se hacen las disminuidas en espera y búsqueda del novio que siga la tradición en la clase social, los novios que no quieren que estudien, que las quieren en casa y como animal de cría, … Natalia intuye la dirección del gran deseo de búsqueda que siente, y llegará a declarar a su padre: Si tengo que ser una mujer resignada y razonable prefiero no vivir.
Crítica de la España franquista y de la situación de la mujer. Carmen Martín Gaite nos está diciendo: de aquí, cualquier persona sensata, solo puede marcharse.

Título: Entre visillos.
Autora: Carmen Martín Gaite.
Editorial Galaxia Gutemberg.
Año de edición 2009.
Ramón Pedregal Casanova es autor de Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios, editado por la Fundación Domingo Malagón y la Asociación Foro por la Memoria, y de Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero, editado en Bubok.es